Capítulo 42.
Cuando el pelinegro llegó a casa, una sensación de vacío lo recibió al abrir la puerta de su departamento. La ausencia de Jimin y de Ayla pesaba en el ambiente, y todo el espacio parecía desolado sin ellos. Se dejó caer en el sofá, suspirando, mientras sus pensamientos giraban en torno a la distancia que se había formado entre ellos.
Ya no podía soportarlo más; el amor que compartían debería ser suficiente para superar cualquier amenaza, cualquier obstáculo.
—Creo que esto ya es suficiente —murmuró para sí mismo.
Su teléfono sonó y al contestar escuchó la voz de su abuelo, le pidió reunirse al día siguiente para discutir un asunto urgente. Sabía de qué se trataba así que aceptó, diciéndole que pasaría por la mañana.
Guardó el teléfono en el bolsillo y avanzó hacia su habitación, sin embargo apenas y cerró la puerta detrás de él cuando un ruido leve lo alertó.
Provenía de la sala, un sonido fuera de lugar a esa hora. Frunció el ceño, pues sabía que era demasiado pronto para que Seokjin llegara y de haber llegado le hubiera gritado anunciando su llegada. Por otro lado, aunque deseaba que fuera Jimin, eso era improbable. Optó por salir de su habitación, caminó por el pasillo observando a su alrededor, pero no veía nada extraño, pero su cuerpo estaba tenso. Al llegar a la sala de estar se quedó quieto por un instante, atento a cualquier movimiento o ruido que pudiera surgir.
Antes de que Jungkook pudiera reaccionar, fue golpeado atrás de la cabeza y la oscuridad lo envolvió por completo.
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Seokjin se acercaba a la entrada del edificio de su mejor amigo, llevando en una mano una bolsa con cervezas y en la otra una de pollo frito. Mientras caminaba tenía el teléfono pegado al oído, hablando con Taehyung. Desde el cumpleaños del señor Hongseok, ambos habían comenzado a hablar más seguido, y esa noche no era la excepción.
—Estoy a punto de llegar a la casa de Jungkook —dijo Seokjin, echando un vistazo hacia el edificio—. A ver si puedo distraerlo un rato. Lo del distanciamiento con Jimin lo tiene con los ánimos por el suelo.
—Créeme, Jimin está igual de desanimado —respondió Taehyung, suspirando al otro lado del teléfono—, pero es terco. Dice que no quiere hablar con Jungkook hasta que crea que sea el momento.
Seokjin negó con la cabeza.
—Y Jungkook quiere darle su espacio para no molestarlo, pero acá entre nosotros, creo que se están rindiendo antes de tiempo. No sé qué pasó exactamente, pero al final, ambos se aman y están sufriendo.
—Lo sé —dijo Taehyung, con un tono resignado—. Me cuentas cómo está Jungkook, a ver si logro hacer que Jimin entre en razón y vaya a hablar con él.
—Lo mismo haré con Jungkook, te hablo más tarde —dijo Seokjin, mientras caminaba hacia dentro del edificio.
—Hasta luego —se despidió Taehyung con una sonrisa.
—Adiós —Seokjin se detuvo un momento para poder guardar el teléfono.
Subió por las escaleras hasta el lobby, y al llegar a los elevadores, notó una nota pegada que indicaba que estaban fuera de servicio por mantenimiento.
Una señora mayor, que esperaba cerca de él, murmuró en voz baja:
—Hace apenas unos minutos estaba funcionando.
Seokjin se encogió de hombros y sin darle mayor importancia, decidió usar las escaleras, esperando que la subida no le quitara demasiado tiempo.
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Jimin estaba sentado en el sofá en silencio junto con la pequeña Ayla, ella jugaba con su Hello Kitty de peluche. Taehyung, después de hablar con Seokjin volvió a la sala y observó su expresión cansada y melancólica.
—¿Entonces, sigues creyendo que lo mejor es seguir quedándote aquí? —preguntó Taehyung con suavidad.
Jimin suspiró, encogiéndose de hombros.
—No lo sé, Tae. Es que... nunca pensé que Jungkook me ocultaría algo así. Lo peor es que no lo hacía por desconfiar de mí, sino porque quería protegerme —se pasó una mano por el rostro, frustrado—. Pero, aún así, decidió por mí sin darme la oportunidad de saber qué estaba pasando.
Taehyung asintió, escuchando atentamente.
—Lo entiendo. No debe ser fácil digerir todo eso, pero Jungkook tiene sus razones, Jimin. No lo justifica, pero... él siempre ha sido protector contigo. Es parte de lo que lo hace ser él, ¿no crees?
Jimin se quedó en silencio, asimilando las palabras de su amigo.
—Supongo que sí... Pero, Taehyung, está es mi hija y si Hyuwon la amenazó, merecía saberlo, merezco poder tomar mis propias decisiones sobre cómo enfrentar la situación.
—Mira, los dos están en medio de una situación muy complicada y peligrosa, pero el estar separados no ayuda a nadie. Sé que sientes que te lastimó al ocultártelo, pero... ¿por qué no intentas verlo desde su perspectiva? Tal vez él también está tan asustado como tú y no quería que cada día vivieras con ese miedo, ya lo pasaste una vez con el envenenamiento y creo que Jungkook no desea que pases por algo igual otra vez.
Jimin bajó la mirada, su expresión suavizándose.
—Tienes razón, probablemente no fue fácil para él tampoco. Y es que entiendo que solo intentaba protegernos, aunque... eso no quita que yo también quisiera protegerlo a él y ayudarlo con lo que pueda.
Taehyung sonrió, dándole una pequeña palmada en el hombro.
—Entonces háblalo con él, Jimin. No dejes que este enojo los separe. Tienen una relación hermosa, y ambos merecen estar tranquilos. Dile cómo te sientes, y también escucha lo que él tenga que decir.
Jimin suspiró, asintiendo lentamente.
—Tienes razón, Taehyung. No puedo dejar que esta pelea nos consuma. Mañana hablaré con él.
Kim asintió, satisfecho de ver a su amigo más calmado y decidido.
—Eso es lo que quería escuchar.
Justo en ese momento el teléfono de Jimin empezó a sonar, lo tenía a su lado así que contestó con rapidez.
—Hola. ¿Quién habla? —contestó pues no tenía el número en sus contactos.
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Jungkook despertó desorientado, con un frío viento que golpeaba su rostro y con el sonido distante de los coches debajo. Parpadeó y trató de enfocarse, pero la vista que le recibió fue surrealista: el vacío se extendía bajo sus pies, y las luces de los coches parecían lejanas, demasiado lejos. Intentó moverse, pero se dio cuenta de que estaba suspendido en el aire, amarrado de las muñecas con una cuerda que lo sostenía desde el tubo del balcón.
El pánico lo invadió inmediatamente. Intentó gritar, pero su boca yacía cubierta con cinta adhesiva, así que el sonido se quedaba ahogado en su garganta. El terror se hizo presente al darse cuenta de lo vulnerable que estaba, el sudor frío le corría por la frente y la idea de caer se convirtió en su peor pesadilla en ese instante. Sabía que debía mantener la calma, pero la situación lo superaba. Cada movimiento mínimo hacía que la cuerda se aflojara más, poniéndolo a un paso más cerca del abismo.
Jungkook sentía que estaba atrapado entre dos opciones imposibles: quedarse quieto y esperar, o arriesgarse a intentar liberar sus manos antes de que la cuerda se rompiera del todo. Levantó su mirada hacia arriba y fue entonces cuando el hombre que lo había dejado inconsciente se asomó por el borde del balcón y lo observó en silencio.
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Hyuwon bajó los binoculares, pues ya era el momento perfecto. Con una sonrisa astuta en los labios, sacó un teléfono desechable de su bolsillo y marcó el número de la estación de policía. Se pasó la lengua por los labios, casi saboreando la victoria antes de tiempo, mientras esperaba que alguien contestara al otro lado de la línea.
Cuando lo hicieron, su voz se transformó en un tono bajo y urgente, cargado de una emoción falsa que escondía su satisfacción.
—Escuchen bien. Jeon Jungkook está en peligro. Hay alguien en su departamento en este mismo momento... deberían apresurarse.
Antes de que pudieran responder, colgó, dejando en el aire una sonrisa de puro placer. Todo estaba saliendo a la perfección. Guardó el teléfono y volvió a usar lo binoculares, contemplando la imagen que tenía delante con una expresión de triunfo.
—No hay nada como ver el espectáculo desde el mejor asiento —murmuró para sí mismo, deleitándose con la escena que sucedía en el edifico de enfrente: su querido sobrino estaba colgando en el balcón del departamento.
✧✦✧
En la estación, la detective Roseanne recibió la noticia de la llamada a través de uno de sus subordinados que parecía nervioso.
—Detective, alguien llamó diciendo que Jeon Jungkook está en peligro. No sabemos si es una broma o algo más, pero...
—¿Intentaron contactarlo? —preguntó ella, tomando el teléfono.
El oficial negó con la cabeza. La detective Roseanne frunció el ceño y marcó el número de Jungkook. Escuchó el tono una y otra vez, pero nadie contestó. La inquietud creció en su pecho. Sabía que las llamadas de este tipo rara vez eran ciertas, pero algo en esta situación parecía distinto.
—Hoseok, llama a Jimin y pregunta por Jungkook.
Jung asintió y marcó el número de inmediato mientras la detective seguía tratando de comunicarse con Jungkook.
—Hola Jimin, soy Jung Hoseok.
—Oh, hola... ¿ha pasado algo? —preguntó Jimin, sin ocultar la sorpresa en su voz al recibir la llamada.
—Jimin, ¿sabes si Jungkook está bien? —preguntó.
—¿Por qué me pregunta eso? No estoy con él ahora, pero... debería estar bien. ¿Qué ocurre?
—¿Está solo en casa?
—Sí, se supone que está solo.
—No está con él y al parecer está solo en su casa —avisó a Roseanne.
Roseanne no dudó un segundo más y, girándose hacia su equipo, ordenó:
—¡Diríjanse ahora mismo al departamento de Jeon Jungkook! Hay una llamada de emergencia y debemos actuar con rapidez.
—¿Qué está pasando? ¿Está Jungkook...?
—Recibimos una llamada anónima. Decían que el director Jeon podría estar en peligro, que tal vez ya lo están atacando en su apartamento —explicó Hoseok, antes de cortar la llamada.
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Jimin se quedó en silencio por un momento, sintiendo cómo el pánico comenzaba a llenar cada rincón de su mente. Taehyung notó su expresión y le preguntó con preocupación:
—¿Qué sucede, Jimin? ¿Qué pasa?
—¡Jungkook está en peligro! —dijo apenas capaz de controlar el temblor en su voz y sujetando con más fuerza a su bebé que yacía en su regazo—. Recibieron una llamada anónima... dicen que alguien está atacándolo ahora mismo.
La preocupación de Taehyung se transformó en acción inmediata.
—¡Jin está ahí! Dijo que iba a ver a Jungkook. Apenas hace unos minutos hablamos.
Sin perder tiempo, Taehyung llamó rápidamente a Seokjin.
✧✦✧
Seokjin estaba en medio de su ascenso por las escaleras, subiendo con las bolsas de cervezas y pollo frito.
—Ya me cansé —empezaba a lamentarse, ya había subido bastantes escalones y aún no llegaba—. Jungkook, ¿por qué escogiste un apartamento hasta en los últimos pisos?
Al sentir la vibración del teléfono, se detuvo y contestó sin pensar.
—¿Qué pasa, Tae?
—¿Dónde estás?
—Estoy subiendo las escaleras. Los elevadores están en mantenimiento, o algo así.
—¡Jin, escúchame! Necesito que te apresures. La policía recibió una llamada anónima diciendo que Jungkook está en peligro. ¡Podrían estar atacándolo ahora mismo!
Seokjin se quedó atónito por un segundo, como si las palabras no tuvieran sentido. Pero tan pronto como la realidad de la situación lo golpeó, dejó caer las bolsas sin importarle el estruendo. La adrenalina comenzó a correr por sus venas mientras rompía a correr por las escaleras, subiendo de dos en dos, sin detenerse un solo segundo.
✧✦✧
Jungkook trató de entender quién era ese hombre, pero su rostro no le resultaba familiar. El intruso, con una calma escalofriante, se inclinó hacia él y le arrancó la cinta adhesiva de la boca de un tirón.
—¡Espera! —rogó con la voz entrecortada, tratando de contener el miedo que lo dominaba—. No sé quién te envió, pero podemos arreglarlo. Solo... detente, por favor.
El hombre ladeó la cabeza, como si sus palabras fueran un entretenimiento pasajero. Su sonrisa burlona se ensanchó mientras tomaba la cuerda que sostenía la muñeca derecha de Jungkook y luego comenzar a cortar la cuerda levemente.
Los ojos de Jungkook se llenaron de terror al ver cómo la cuerda se desgastaba. Sintió el peso de su cuerpo desbalancearse y su corazón latió con fuerza desbocada.
—¡Por favor, detente! —gritó, su voz cargada de desesperación—. ¡No tienes que hacer esto!
Pero el hombre no respondió. Con un último tirón, la cuerda del lado derecho se liberó completamente. Jungkook sintió el aire frío rozar su cuerpo mientras su equilibrio se perdía. Sin pensar, se aferró con todas sus fuerzas a la cuerda que aún sostenía su muñeca izquierda.
El hombre lo observó desde el balcón, cruzando los brazos con una expresión de diversión.
—Eres más terco de lo que imaginé —comentó, hablando por primera vez, acercándose a la cuerda que aún lo sostenía—. Pero veamos cuánto tiempo puedes resistir.
✧✦✧
Seokjin llegó al departamento de Jungkook con el corazón latiendo con fuerza. No era solo la advertencia de Taehyung lo que lo ponía en alerta, sino también la extraña sensación de que algo estaba terriblemente mal. Introdujo la contraseña en el panel junto a la puerta, pero para su sorpresa, no funcionó.
Frunció el ceño, intentando de nuevo, pero el código seguía siendo rechazado. Jungkook jamás cambiaba la contraseña, y eso solo hacía que la inquietud de Seokjin creciera. Sin perder más tiempo, comenzó a golpear la puerta con fuerza.
—¡Jungkook! ¡Abre! ¡Soy yo, Jin!
Esperó, pero no hubo respuesta. Apretó los dientes, su mente ya imaginando lo peor. Miró alrededor, buscando algo que pudiera usar para entrar. En la esquina del pasillo había una maceta pesada con una planta marchita. Sin pensarlo, la tomó y la estrelló contra la pantalla del teclado.
El vidrio se astilló con un crujido, y tras unos golpes más, logró romper la cerradura. La puerta cedió con un leve chirrido, dejándolo entrar al apartamento.
—¡Jungkook! —gritó mientras avanzaba por la sala de estar, buscando a su amigo.
Fue entonces cuando lo vio. Un hombre vestido de negro estaba en el balcón, de espaldas a él, con un comportamiento sospechoso. Seokjin detuvo su andar, sus ojos enfocados en el extraño.
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El hombre en el balcón escuchó el sonido de golpes en la puerta principal, un estruendo que lo hizo congelarse por un instante. Giró la cabeza hacia adentro, mirando hacia el pasillo. El sudor comenzó a acumularse en su frente mientras entendía que alguien estaba a punto de entrar.
Jungkook, al escuchar los golpes y la voz de su amigo sintió una chispa de esperanza.
Quiso gritar, pero antes de que pudiera emitir un sonido, el hombre se inclinó hacia él con una mirada feroz y siseó con voz baja pero cargada de amenaza:
—Si dices una palabra, te suelto.
El miedo se apoderó de Jungkook, que apretó los labios, incapaz de arriesgarse a provocar al hombre que sostenía su destino en las manos.
El extraño se enderezó, mirando de nuevo hacia la puerta mientras los golpes continuaban. Cuando escuchó el crujido del vidrio al romperse, sus ojos se abrieron de par en par.
—¡Maldita sea! —murmuró entre dientes.
Jungkook lo observó, notando la forma en que su confianza comenzaba a desmoronarse. El hombre miró hacia abajo, al vacío, y luego a Jungkook. Su mandíbula se tensó.
—No hay tiempo para esto —dijo, con una decisión repentina.
Se agachó, intentando cortar con el cuchillo pequeño la cuerda que aún sostenía a Jungkook, pero fue interrumpido cuando la puerta del departamento finalmente se abrió con un golpe seco.
—¿Quién demonios eres? —la voz de Seokjin resonó en la sala con fuerza.
El hombre se congeló, mirando hacia el interior del departamento. Sus ojos se encontraron con los de Kim por un breve instante, llenos de pánico y desesperación.
Jungkook aprovechó la distracción.
—¡Jin, ayúdame!
El intruso, al escuchar el grito de auxilio, maldijo por lo bajo y, sin pensarlo dos veces, se dio la media vuelta y empezó a correr hacia la salida del balcón, intentando escapar.
La cuerda se estiraba peligrosamente, las fibras desgastadas comenzaban a crujir bajo el peso de Jungkook, amenazando con ceder en cualquier momento. Su respiración era errática, su cuerpo temblaba de agotamiento mientras sus dedos se aferraban con desesperación a la cuerda.
—¡Jin! —llamó desesperado con su voz rota por el pánico—. ¡No puedo más!
Seokjin llegó al borde del balcón justo cuando la cuerda emitió un chasquido final y se rompió. En un movimiento instintivo y desesperado, se lanzó hacia adelante, sus dedos cerrándose alrededor de la muñeca de su mejor amigo en el último segundo.
—¡Resiste! —gritó, sintiendo el peso completo de su amigo tirar de él hacia abajo. Se tambaleó, sus pies resbalando ligeramente en el suelo, pero logró anclarse al borde del balcón, aferrándose con todas sus fuerzas—. ¡No te soltaré! —Jungkook alzó la mirada, y observó los ojos de su amigo llenos de lágrimas y terror—. ¡Maldita sea! —rugió Seokjin, su cuerpo temblaba bajo el esfuerzo.
Sus músculos ardían, pero su determinación era inquebrantable. Con cada segundo que pasaba, Seokjin tiraba de Jungkook hacia arriba, sus brazos temblando con cada movimiento. El sudor corría por su frente, mezclándose con la adrenalina que lo mantenía en pie. Finalmente, con un último esfuerzo monumental, logró alzar a su amigo por encima del borde. Ambos cayeron al suelo del balcón, respirando con dificultad, sus cuerpos sacudidos por el alivio y el miedo.
Seokjin, sin pensarlo, rodeó a Jungkook con sus brazos, apretándolo contra él como si necesitara sentir que seguía vivo.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz llena de angustia y preocupación al ver la sangre bajando por el cuello de su amigo.
Jungkook apenas logró asentir y dejó escapar una risa nerviosa, había estado a segundos de caer al vacío, pero ahora estaba a salvo, gracias a su mejor amigo.
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